Hoy 6 de Diciembre se cumplen 46 años de la Constitución española, la norma suprema que se dieron los españoles hace casi medio siglo y que fue la culminación de la Transición española desde la oscuridad de una dictadura a una democracia. Hoy esos hombres de Estado que cedieron y negociaron por el bien de los españoles es una figura impensable en nuestra política actual, más convertida en un ring de boxeo o en una carpa de circo barato, donde cada cual, parece mirarse poco más allá de su propio trasero.
La Norma Suprema a papel mojado
Hoy se han aprobado leyes que directamente arrollan los principios constitucionales consagrados en el capítulo más sagrado de la Constitución, el de las Libertades Públicas. Hoy la igualdad entre españoles que consagra la Constitución es directamente un espejismo, hoy no tenemos nada que celebrar, y sí de recordar lo que antaño fue el espíritu del 78, la Constitución Española, hoy un espejismo pasado.
La Ley de amnistía aprobada con el apoyo de los partidos de los propios amnistiados e incentivada por el gobierno en pro de un cálculo electoral para sí mismo ha arrollado la igualdad entre los españoles. Consagra la desigualdad, “no hubo delito”, “jurídicamente no causaron efectos los hechos”, así se consagra con apoyo del poder ejecutivo y legislativo la desigualdad entre españoles por cálculos electorales.
Hoy más que ayer, pero por desgracia menos que mañana se viola constantemente los principios básicos de la Constitución, los mismos que le han atestado una herida de muerte son los que ahora la celebran, algo inaudito que sólo se comprende por la vileza y el cinismo de unos políticos que hace años perdieron el pulso a la calle y se olvidaron del pueblo para sólo responder a sus propios intereses.
El pan y circo
Nada ha cambiado, o al menos muy poco de esa Roma imperial del pan y circo. Entonces era algo de pan que llevarse a la boca y el circo de gladiadores y cuádrigas. Ahora sustituyan el pan por la paguita ínfima actual que nos vincula al gobierno y las luchas de gladiadores a los programas de la tele y el futbol. Sólo ha evolucionado las formas pero nada ha cambiado en el fondo.
Mantener contento al pueblo entreteniendo al pueblo, mientras que en el Senado imperial las luchas de poder y las corruptelas estaban a la ordend el día, hoy piensen en Aldama, Koldo, Taula, y cientos de casos que vemos casi cada día y de los que hemos perdido al cuenta.
El emperador que sólo se quería a sí mismo hoy se llama Pedro Sánchez y da igual lo que pase a su alrededor, todos caerán menos él, porque es el emperador supremo.
Eso de la mujer del César no sólo debe ser honrada sino aparentarlo le viene como anillo al dedo a la familia del Presidente, piensen en los casos de curruptelas que les rodean…
El caso valenciano
También aquí tenemos el caso valenciano, con un Estado que permite la mayor infrafinanciación nunca habida en España, a la Comunitat Valenciana. han pasado gobiernos del PP y del PSOE tanto por Madrid como por Valencia, y seguimos igual, marginados. Incluso Comrpomís ha permitido con sus votos que sigan los que nos humillan en un ejemplo de venta de ideales a cambio de unos cuantos carguitos y diputados en Madrid…
Hoy no hay nada que celebrar, más bien que reflexionar sobre la muerte del propio Estado y de la democracia, donde parte muy importante de la población sigue sufriendo y mucho tras 38 días de la mayor catástrofe que se recuerda en España y donde siguen los políticos a lo suyo…
Vergüenza de políticos en el Congreso que ninguno valenciano quiso acercarse al salón Constitucional a escuchar a los alcaldes valencianos, un acto que en teoría Sumar/Compromís solicitó el lugar al Congreso y que después humillaron a los valencianos no yendo si quiera a escuchar…
Hoy se confirma que los mismos que hoy festejan lo que antaño fue, asestan el último golpe mortal a la Constitución en la cual por duro que suene “orinan y defecan cada día sobre sus páginas sagradas”.
Hoy más que ayer y esperemos que no tengamos que decir eso de “y menos que mañana” no hay nada que festejar y sí que reivindicar. reivindicar la política de Estado y los políticos, exigir los valores que consagran la constitución y que los actuales políticos no sólo no cumplen, sino que son los primeros en saltarse esos principios constitucionales, pero ojo, no nos exaltemos no sea que alguien piense en aplicarnos una denuncia por delitos de odio.