Si no tenían bastante los vecinos de San Antonio en la Zaidía con su larga lucha contra el proyecto de macrohotel sobre las naves de la Calle Guala, que pretende construir en una manzana de viviendas hasta 6 edificaciones con más de 510 habitaciones dobles, este año pasado a tan sólo 300 metros se sumó un nuevo megaproyecto, otro con más de 300 habitaciones en la confluencia de las Calles Maximiliano Thous y Benipeixcar, justo pared con pared con la Asociación Cultural La Protectora. Por medio han visto como en la cercana calle de Ruaya, a tan sólo dos calles del nuevo proyecto se levantaba otro hotel residencia de estudiantes.
El barrio ha tenido en los últimos dos años una explosión de pisos turísticos y continúa sin dotaciones públicas más allá de pequeños jardines y un consultorio sin pediatra y saturado en los bajos de un edificio. Por ello, hace años vieron la oportunidad de en las naves de la Calle Guala tener esos servicios públicos de infraestructuras deportivas, sociales y sanitarias. Sólo piden algo justo. De paso, acababan con el megaproyecto de Guala que llevaría a más de 1.100 jóvenes a este patio de viviendas donde las habitaciones quedarían a tan sólo 3 metros de los dormitorios de muchos vecinos.
La lucha ha sido continua durante ya más de tres años, y desde diciembre del 2022 siguen igual, esperando. Por el camino se ha construido el proyecto de la Calle Ruaya, decenas de pisos se utilizan como apartamentos ilegales -según relatan los propios vecinos- y ha aparecido el nuevo proyecto de la Calle Maximiliano Thous. Así es imposible vivir.
Nueva protesta de los vecinos de San Antonio
La cara de la alcaldesa al verles con pancartas en silencio ayer fue todo un poema, una cara entre enfado e indignación que no se entiende. La alcaldesa cierto es que hereda un problema del anterior gobierno municipal, que no sólo no luchó contra el proyecto sino que les vendió un pequeño espacio municipal necesario para el proyecto. Incluso la propia Sandra Gómez les dijo a los vecinos que «esas naves irán al suelo». Pero era el tercer año consecutivo que en las fiestas del barrio acudían a protestar.
Los vecinos están hartos de las palabras y quieren hechos, la paciencia -aseguran ellos mismos- hace tiempo que se les acabó, cuando veían que el anterior gobierno municipal les decía una cosa y sus acciones iban en dirección contraria. Ahora desde junio, siguen esperando, porque desde diciembre del 2022 que la propiedad empezó a derribar parte de una de las naves y de un muro y consiguieron paralizar el derribo por ilegal todo sigue igual…
Tan sólo quieren soluciones, ya están hartos de acudir al Pleno municipal y que todo sean buenas palabras, quieren hechos y quieren no ser expulsados de un barrio en el que están toda la vida.
«Un parque temático del turismo»
¿En eso queremos convertir Valencia?. Es imposible vivir, y los vecinos de San Antonio, como los de Ciutat Vella, o los de Morvedre, incluso los de la zona universitaria quieren soluciones, quieren barrios con dotaciones públicas donde seguir poder viviendo en paz, una paz que no han tenido estos últimos años, y sí, aunque Catalá llegó en junio a la alcaldía, siete meses no han dado para absolutamente nada en este tema, o esa es la sensación.
Los vecinos de Valencia votaron un cambio, y el cambio más allá de maquillaje y pequeños gestos nos e ha producido, pero los vecinos recuerdan que «los políticos vienen y van, e igual que se ponen, se quitan, pero los vecinos seguiremos». Todo un aviso a navegantes que quieran escuchar, toda una declaración de intenciones, ya sabemos el no escuchar e ir contra los vecinos a lo que llevó a Sandra Gómez y a Ribó, esperemos que los nuevos gobernantes aprendan algo y no vuelvan a caer en los mismos errores de sus predecesores, o el camino será el mismo que el que han hecho Ribó y Gómez, ahora tienen tiempo de cambiar, pero los vecinos ya están hartos… San Antonio se merece paz y dotaciones públicas…