En el marco del evento ‘HispanIA 2040’, el presidente del Gobierno español advierte sobre el poder de las grandes tecnológicas y su supuesto apoyo a movimientos que, según él, erosionan la democracia.
Madrid fue escenario de una intervención contundente este 20 de enero de 2025, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, alzó la voz contra lo que denominó la “tecnocasta” de Silicon Valley, señalándola como un peligro para las democracias occidentales. En su discurso durante el acto HispanIA 2040: cómo la inteligencia artificial mejorará nuestro futuro, celebrado en la Fundación Ramón Areces, Sánchez instó a los ciudadanos y a los líderes europeos a tomar medidas contra la creciente influencia de estas corporaciones, a las que acusó de respaldar abiertamente a figuras políticas como Donald Trump.
Silicon Valley en el centro del huracán
En un tono combativo, Sánchez afirmó que las grandes tecnológicas han pasado de ser motores de progreso a convertirse en actores políticos con una agenda que, según él, favorece la polarización y el autoritarismo. “No podemos permitir que las democracias sean secuestradas por intereses empresariales que están mucho más allá del control ciudadano”, declaró el presidente, en referencia a empresas como X (antiguamente Twitter), Meta y otras gigantes del sector.
La mención específica a Elon Musk, propietario de X y una figura que ha mostrado afinidades con la política de derechas, no pasó desapercibida. Sánchez advirtió que el apoyo de estas plataformas a líderes como Trump no es accidental, sino parte de una estrategia calculada para consolidar su poder global.
Rebelión contra el poder tecnológico
El presidente español hizo un llamado explícito a lo que denominó “una rebelión democrática” para limitar el poder de estas corporaciones, abogando por una regulación internacional más estricta que garantice la transparencia y la neutralidad en las redes sociales y otros entornos digitales.
“Europa debe liderar esta lucha. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras el algoritmo decide nuestras elecciones, fomenta el odio y destruye el debate público”, enfatizó.
Sánchez defendió la necesidad de reforzar la soberanía digital europea y promover alternativas que reduzcan la dependencia de las plataformas estadounidenses, señalando que España puede ser un actor clave en esta transición.
La inteligencia artificial como oportunidad y desafío
En línea con el tema del evento, Sánchez dedicó una parte de su discurso a abordar el papel de la inteligencia artificial (IA). Reconoció su potencial para mejorar la calidad de vida, pero subrayó que este avance debe estar al servicio de los ciudadanos y no de intereses privados descontrolados.
“La inteligencia artificial puede ser un aliado formidable, pero también una herramienta de manipulación. Es nuestra responsabilidad asegurar que su uso esté guiado por principios éticos y democráticos”, afirmó.
Un discurso con eco político
La intervención de Sánchez llega en un momento de tensión global, marcado por el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. El apoyo de figuras influyentes de Silicon Valley al líder republicano ha reavivado el debate sobre el papel de las grandes tecnológicas en la política y su capacidad para moldear la opinión pública.
En el ámbito interno, el discurso también parece dirigido a reforzar su posición ante un electorado que exige medidas concretas contra la desinformación y el poder de las plataformas digitales.
¿Es posible frenar a la “tecnocasta”?
El discurso de Sánchez plantea una pregunta crucial: ¿hasta qué punto es viable regular y controlar el poder de las grandes tecnológicas? Si bien Europa ha avanzado con medidas como el Reglamento de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés), la magnitud y el alcance global de estas empresas hacen que cualquier iniciativa sea un desafío titánico.
Reflexión final: entre la tecnología y la democracia
La advertencia de Pedro Sánchez pone sobre la mesa un dilema que marcará el futuro de las democracias: cómo equilibrar la innovación tecnológica con la protección de los valores democráticos.
¿Podrá Europa liderar esta rebelión contra la “tecnocasta”? ¿O nos encaminamos hacia un mundo donde las decisiones políticas estarán cada vez más influenciadas por los intereses de Silicon Valley? El debate está abierto, y las consecuencias son profundas.