En medio de escándalos, el Gobierno apuesta por conmemorar medio siglo de democracia con un enfoque histórico y cultural que no deja indiferente a nadie.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha vuelto a jugar su carta más recurrente, lo que algunos críticos han bautizado como el «francomodín». En esta ocasión, la excusa histórica es nada menos que el 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco. Bajo el lema «España en libertad», se realizarán más de 100 actividades a lo largo de 2025, destinadas a destacar las transformaciones del país en el último medio siglo. ¿Un homenaje a la democracia o una estrategia para desviar la atención? La pregunta queda en el aire.
¿Qué hay detrás del anuncio?
La iniciativa llega en un momento particularmente complicado para el líder socialista. Mientras se acumulan los escándalos de corrupción en su entorno más cercano, con su esposa y su hermano bajo la lupa judicial, además del explosivo caso Ábalos y las acusaciones de Aldama, Sánchez parece decidido a redirigir la conversación pública hacia un terreno más favorable: la memoria histórica.
Para reforzar la legitimidad del proyecto, Sánchez anunció la creación de un Alto Comisionado y un comité científico que colaborarán con diversas administraciones para coordinar las conmemoraciones. Entre las actividades previstas, habrá eventos culturales, exposiciones, y actos educativos que se desplegarán en escuelas, calles y museos a partir del 8 de enero de 2025.
Un legado en disputa
El presidente justificó la iniciativa argumentando que se trata de un homenaje a los avances democráticos logrados en España tras la dictadura, así como a las personas y colectivos que contribuyeron a dicha transformación. Sin embargo, esta propuesta no ha sido recibida sin polémica.
Por un lado, los defensores de la memoria histórica celebran que se mantenga viva la conversación sobre los años oscuros de la dictadura y el tránsito a la democracia. Por otro, los detractores acusan al Gobierno de usar el pasado como herramienta política para distraer de los problemas actuales.
Memoria histórica: ¿reparación o propaganda?
La Ley de Memoria Democrática, aprobada hace dos años, ha sido un eje central en la narrativa del Ejecutivo. Sánchez destacó que, gracias a dicha ley, se está avanzando en la disolución de la Fundación Francisco Franco, lo que según él representa un paso firme hacia el cierre definitivo de las heridas del franquismo.
Sin embargo, críticos de diversos sectores apuntan a un posible uso electoralista de la memoria histórica. ¿Es necesario un centenar de actos en medio de una crisis política? Para algunos, la respuesta es un rotundo «no».
La Valencia democrática: el impacto local
En Valencia, ciudad que vivió intensamente tanto la Guerra Civil como los años de la dictadura, el anuncio ha generado un debate vibrante. Grupos sociales y asociaciones culturales han comenzado a organizar actividades paralelas, mientras otros se preguntan si estas celebraciones no terminan por exacerbar divisiones que parecían superadas.
El Museo de Historia de Valencia ya planea una exposición sobre la transformación de la ciudad durante la transición democrática. Además, se han propuesto talleres en colegios para educar a los más jóvenes sobre el impacto de la dictadura en la región.
¿Cortina de humo o momento histórico?
La respuesta a esta pregunta parece depender de la lente con la que se mire. Mientras los actos prometen poner en valor los logros democráticos, el contexto político no puede ser ignorado.
Con una oposición fortalecida que no pierde oportunidad de señalar los escándalos del Gobierno, y una ciudadanía cada vez más polarizada, los eventos del 50 aniversario de la muerte de Franco tienen todas las papeletas para convertirse en un nuevo campo de batalla político.
Reflexión final
¿Lograrán estas conmemoraciones unir a los españoles en torno a un relato común de su historia, o simplemente avivarán viejas disputas? ¿Qué opina usted sobre la gestión de la memoria histórica en España?