El brasileño vuelve a ser protagonista, pero no por sus goles, sino por su talento especial para terminar antes de tiempo en los vestuarios. Una expulsión, un mensaje en redes y, por supuesto, un Mestalla lleno de cánticos creativos.
Otra noche memorable (léase con sarcasmo) en Mestalla para Vinicius Jr. El estadio del Valencia, donde parece que cada partido es un reality show protagonizado por el brasileño, volvió a ser el escenario de una historia que ya conocemos: provocación, reacción, drama y, al final, un post en redes sociales para intentar arreglarlo todo.
Esta vez, el capítulo incluyó un tirón de trenzas, un empujón y una tarjeta roja directa, cortesía de un árbitro que probablemente estaba deseando que todo terminara. Ah, y por supuesto, un «Perdón y gracias equipo» en Instagram, porque en 2025 las disculpas públicas no cuentan si no las acompañas con un emoji.
Mestalla: el escenario perfecto para el show
Si Mestalla fuera una película, su género sería el drama deportivo con toques de comedia negra, y Vinicius sería su protagonista recurrente. El público valencianista, fiel a su estilo, le recibió con el ya clásico cántico de «Balón de Playa». ¿Es original? No. ¿Funciona? Por supuesto. Porque si algo sabemos es que Vinicius se alimenta del odio, pero no sabe digerirlo del todo bien.
El punto álgido llegó en el minuto 79, cuando Dimitrievski, portero del Valencia y ahora actor secundario en esta telenovela, decidió darle un tirón de las trenzas. Sí, un tirón de trenzas. Porque, claro, ¿qué mejor manera de «desquiciar» a un rival que atacando su peinado? Vinicius, como ya es tradición, reaccionó con un empujón que lo envió directo a la caseta y, de paso, encendió las redes sociales.
El mensaje de Vinicius: ¿arrepentimiento o guion reciclado?
Después del partido, el brasileño decidió que la mejor forma de arreglar el lío era escribir un mensaje en sus redes sociales. «Perdón y gracias equipo», publicó, seguramente con la ayuda de un community manager cansado de las crisis semanales.
Pero, claro, las disculpas ya no tienen el mismo impacto cuando forman parte del repertorio habitual. Es como escuchar a un cantante de ópera desafinar en cada función: al principio sorprende, luego cansa.
Carlo Ancelotti: el defensor del guion
En la rueda de prensa, Carlo Ancelotti intentó salvar los muebles, como siempre. «No era roja. Con dos amarillas se acababa el tema», dijo, porque nada mejor que un entrenador que parece más abogado que técnico.
Sin embargo, incluso él dejó caer que Vinicius debería tomar nota: «Ha intentado hacer su partido, a veces le sale bien, a veces menos.» Traducción: «Otra vez la lió, pero ¿qué esperabas que dijera aquí?»
Por supuesto, también mencionó que el club recurrirá la expulsión. No porque crean que tienen muchas posibilidades, sino porque parece que eso es lo que hacen los grandes clubes: recurrir todo, hasta las leyes de la física.
¿Es Dimitrievski el nuevo «villano»?
El portero del Valencia, probablemente encantado con su papel de antagonista, se llevó el aplauso de los suyos. ¿Fue su tirón de trenzas una estrategia sucia? Claro que sí. ¿Funcionó? Absolutamente.
Aquí es donde entra el eterno debate: ¿la provocación es parte del juego o debería ser castigada con la misma dureza que la reacción? Bueno, eso depende de a quién le preguntes. Para los aficionados del Valencia, Dimitrievski es un héroe táctico; para los madridistas, un villano de serie B.
Mestalla y Vinicius: una relación tóxica
Lo cierto es que Mestalla y Vinicius tienen una relación que podría compararse con una telenovela de sobremesa: llena de pasión, conflictos y un guion que nunca cambia. Es su segunda expulsión en este estadio, y probablemente no será la última.
Los cánticos, los abucheos y las provocaciones parecen ser parte del ADN del público valencianista. Pero también es cierto que Vinicius siempre encuentra la manera de caer en la trampa. Es como si no pudiera resistirse, como un pez que siempre muerde el anzuelo.
Reflexión final: ¿hasta cuándo?
La pregunta es inevitable: ¿cuánto más puede durar esta dinámica? Vinicius es un jugador extraordinario, pero su tendencia a caer en provocaciones lo convierte en su peor enemigo. Y aunque las disculpas en redes sociales son un gesto, el verdadero cambio tendría que ocurrir en el campo.
Así que, querido lector, ¿de quién es realmente la culpa aquí? ¿Del provocador, del que responde o de un sistema que parece disfrutar del drama tanto como del fútbol? Porque si algo está claro es que, con Vinicius en Mestalla, el espectáculo siempre está garantizado.