La Ciudad del Artista Fallero, el antaño glorioso epicentro de la creación artesanal de las fallas valencianas, languidece bajo capas de polvo, templos religiosos y gimnasios, mientras los artistas huyen despavoridos en busca de naves más modernas. El abandono es tan evidente que ni las fallas, declaradas Patrimonio de la Humanidad, parecen tener ganas de celebrarse allí.
Ah, la Ciudad del Artista Fallero, esa gran “joya cultural” de la Valencia del siglo XX, diseñada en su momento para concentrar el talento artístico fallero en un solo lugar, como si alguien pensara que tener a todos los creadores bajo el mismo techo podría evitar que el caos reinara. ¿Y cómo no pensar así? Era un proyecto ambicioso, uno que prometía preservar la tradición de las fallas mientras daba a los artistas un espacio propio. ¡Una ciudad entera para ellos! ¿Qué podría salir mal?
Bueno, resulta que bastante. Después de años de abandono, desplazamientos de talleres y la entrada triunfal de carpinterías metálicas y gimnasios —porque, claro, nada dice “fallas” como un buen entrenamiento de crossfit—, la Ciudad del Artista Fallero se parece más a una ciudad fantasma que a un centro cultural vibrante. Y si piensas que exagero, basta con darte una vuelta por Benicalap para ver lo que queda de ese “distrito cultural” que una vez fue la envidia de Europa (o eso decían).
De ciudad cultural a… ¿zona de gimnasios?
Lo que era un proyecto para agrupar a todos los profesionales vinculados al oficio de artista fallero se ha convertido en un popurrí de actividades que poco tienen que ver con las fallas. ¿Qué tenemos ahora? Pues gimnasios, carpinterías, talleres mecánicos y hasta una iglesia sij. Sí, porque nada dice “creación artesanal” como una buena sesión de fitness seguida de la reparación de tu coche y un retiro espiritual. Y por supuesto, mucho terreno por recalificar. Porque cuando un lugar está en declive, siempre es buena idea seguir aplazando decisiones mientras los artistas se marchan a naves mejor climatizadas en polígonos cercanos.
Una “dinamización” que lleva casi una década en marcha… pero no se ve
En 2015, los grupos municipales del Ayuntamiento de Valencia, en un alarde de optimismo, decidieron que la Ciudad del Artista Fallero necesitaba un plan de dinamización. Porque claro, la cosa ya estaba bastante mal, pero no tanto como ahora. Se lanzó un proceso de participación ciudadana, lo que es una forma elegante de decir que se hizo una tormenta de ideas en la que todo el mundo propuso cosas que, en su mayoría, no se han hecho realidad.
El resultado: un plan que prometía frenar la decadencia. ¿El problema? Han pasado nueve años y aún no hemos visto resultados tangibles. Al parecer, las autoridades siguen en la fase de evaluación ambiental y mejora paisajística. Sí, porque, como todo el mundo sabe, un árbol bien plantado y unos parterres arreglados solucionan la fuga masiva de artistas.
¿Y qué dicen los artistas?
Los pocos que quedan, como Gabriel Sanz y José Latorre, que llevan más de 40 años en la brecha, no tienen pelos en la lengua: la Ciudad del Artista Fallero está “enterrada”, y cada día se le echa más tierra encima. Tal cual. Sanz no se corta: las autoridades no han hecho nada, mientras los talleres se vacían y los artistas buscan lugares más modernos y baratos donde trabajar. Y no es que estos artistas estén pidiendo milagros, simplemente quieren poder seguir trabajando en condiciones. Pero con las naves a precios prohibitivos y la falta de apoyo real, los que quedan son los más resistentes o los más nostálgicos, y ni siquiera ellos parecen tener ganas de seguir.
Las soluciones que no llegan
Paco Pellicer, presidente del Gremio de Artistas Falleros, sigue insistiendo en la necesidad de ayudas directas para evitar que más talleres cierren sus puertas. Pero parece que pedir ayudas en Valencia es como lanzar una moneda a una fuente: puede que caiga algo, o puede que no. El Gremio sugiere incluso adquirir algunas de las naves y cederlas a los artistas, pero mientras las propuestas siguen en el aire, los talleres desaparecen.
Y todo esto mientras se nos sigue recordando que las fallas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad. Eso sí, si el declive continúa al ritmo actual, tendremos que preguntarnos si ese reconocimiento seguirá siendo relevante cuando ya no quede nadie en la Ciudad del Artista Fallero para construir esos monumentos tan icónicos.
Los vecinos también están hartos
Por si fuera poco, los vecinos del barrio no se quedan atrás en sus críticas. Luz Divina, representante de la entidad vecinal, asegura que el deterioro es evidente. Antes, las falleras mayores de Valencia solían visitar los talleres de los artistas, en lo que era una tradición importante. Hoy, las visitas son un lejano recuerdo, probablemente porque no hay muchos talleres que visitar.
Los vecinos están tan cansados de la inacción que ya han pedido reunirse con el Gremio de Artistas Falleros y el Ayuntamiento para encontrar una solución conjunta. Pero ya sabemos cómo funciona esto: muchas reuniones, muchos discursos, y pocos resultados concretos.
¿Futuro prometedor? Más bien, crónica de una muerte anunciada
A día de hoy, el Ayuntamiento de Valencia dice estar trabajando en un plan especial para la Ciudad del Artista Fallero. Pero la realidad es que ya hemos visto cómo este tipo de promesas se van alargando hasta que todos pierden la cuenta de los años que llevan esperando una solución. La verdad es que, si no se actúa pronto, la Ciudad del Artista Fallero no será más que otro recordatorio de lo que pudo ser y no fue. Un lugar que nació con la idea de preservar una tradición, pero que parece estar condenado a ser recordado como un experimento fallido.
¿Resurgirá de sus cenizas como un ave fénix o se hundirá definitivamente en el olvido, enterrada bajo toneladas de burocracia y planes de revitalización que nunca llegan? Mientras tanto, los artistas seguirán buscando otros lugares donde trabajar, dejando atrás lo que una vez fue su ciudad.
Y así, la pregunta final: ¿es este realmente el fin de la Ciudad del Artista Fallero? O, más bien, ¿alguien se dará cuenta antes de que sea demasiado tarde? Porque si no lo hacen, al menos podrán abrir otro gimnasio.