El Ayuntamiento emprende la recuperación del jardín de esculturas del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe
El Ayuntamiento de València emprende, después de años de abandono y de desidia, la recuperación del jardín de esculturas junto al Museo de las Ciencias Príncipe Felipe con la restauración, ya finalizada, de las estatuas Escritura, Azada y Danza, instaladas en el año 2001 en el tramo XIV del viejo cauce del Turia y todas ellas obra del escultor valenciano Antonio Marí. Dichos trabajos se producen tras constatar los técnicos de Patrimonio Histórico la especial peligrosidad que revestían las tres figuras para la ciudadanía, por encontrarse al aire libre en una zona ajardinada de uso público con gran tránsito de viandantes y de familias, y por presentar una acelerada oxidación, faltantes y daños en la plancha metálica, con el consiguiente riesgo de corte.
A la vista de lo anterior, el Ayuntamiento de València adjudicó el pasado 6 de agosto la rehabilitación de las citadas esculturas a la empresa especializada en la materia Ibidia Art S.L., por un importe económico de 18.051,80 euros (IVA incluido). Tal y como ha declarado el concejal de Acción Cultural, Patrimonio y Recursos Culturales, José Luis Moreno, “con esta actuación, queremos devolver el esplendor a este espacio emblemático diseñado hace ya más de dos décadas y situado a escasos metros de uno de los principales escaparates de nuestra ciudad, la Ciutat de les Arts i les Ciències, revirtiendo su actual deterioro”.
Las tres obras intervenidas presentaban diversos daños derivados de su exposición prolongada a elementos naturales como la humedad, la salinidad y la radiación solar, y del desgaste acumulado a lo largo del tiempo. Estos factores habían ocasionado deterioros importantes en las piezas, comprometiendo tanto su estabilidad estructural como su valor estético. Por ejemplo, tanto Azada como Danza habían visto reducida la sección de su base debido a las oxidaciones y corrosiones producidas en el material férreo, provocando el vencimiento al lado derecho de esta última, con posible riesgo de caída en ausencia de una intervención urgente. Por su parte, los pedestales de todas ellas acusaban la presencia de microorganismos, manchas de óxido, así como de grietas y de desprendimientos.
La actuación realizada ha consistido, en primer lugar, en la limpieza químico-mecánica de las esculturas y de sus respectivas peanas, con el objetivo de remover el óxido, la suciedad acumulada y los organismos biológicos presentes en ellas. Una vez limpias, se ha procedido a la eliminación de grafitis, a la pasivación y a la reconstrucción volumétrica de las partes faltantes o deterioradas de las piezas, al objeto de recuperar su forma original y de reforzar su resistencia estructural.
El último paso ha sido la reintegración cromática de los grandes volúmenes perdidos mediante masillas epoxídicas, debidamente coloreadas y texturizadas, a fin de restaurar la estética primitiva de la obra y buscando siempre la integración visual de los nuevos materiales y de las zonas intervenidas con el resto de la figura.
Estudio de patologías y próximas intervenciones en la zona
Como señala el concejal José Luis Moreno, no son las únicas obras dañadas de Antonio Marí y del igualmente valenciano Lucas Karrvaz en dicho tramo del antiguo cauce. Por ejemplo, Pensadora, representada por una figura femenina en actitud reflexiva, está completamente cubierta de grafitis, mientras que uno de los flamencos esculpidos por Marí carece de cabeza.
En peor estado se encuentra Cantarera, seccionada a la altura de la cintura y usada en la práctica como cenicero. Asimismo, algunos de los pedestales que sirven de base a los monumentos están fracturados, dejando a la vista los forjados, o llenos de manchas de óxido, y hasta tres de ellos se encuentran vacíos en estos momentos. Es el caso de Andante, La caza y El espantapájaros, retiradas en su día por daños.
Y es que, como apunta José Luis Moreno, “desde hace años la corrosión y el vandalismo se han adueñado de este punto, ofreciendo al visitante una imagen de completo abandono, con esculturas mutiladas, pintarrajeadas o utilizadas indebidamente como papelera”.
Tras finalizar hace apenas unos días la restauración, por razones de urgencia, de tres de las obras que integran el mencionado conjunto escultórico, los planes de la Delegación de Acción Cultural, Patrimonio y Recursos Culturales pasan ahora por encargar el año que viene la realización de un estudio técnico a fin de analizar las patologías del resto de esculturas de Antonio Marí y de Lucas Karrvaz existentes en el Jardín del Turia y de seguir avanzando en su recuperación. Y todo ello como paso necesario y previo a la convocatoria del correspondiente procedimiento abierto.
En otro orden de cosas, el Gobierno municipal ha incluido las antedichas creaciones artísticas en la relación de elementos a conservar dentro de la nueva contrata de limpieza y mantenimiento de todos los elementos urbanos singulares, puentes históricos y fachadas de monumentos dependientes de la concejalía de Acción Cultural, Patrimonio y Recursos Culturales, actualmente en fase de licitación.
Así pues, será el Servicio de Patrimonio Histórico y Artístico el que asuma la limpieza y el mantenimiento regular de las referidas esculturas tan pronto como se resuelva la licitación de la futura contrata, debiendo contratarse de manera separada todas aquellas intervenciones que excedan de su mera limpieza superficial y que, por ende, requieran un proceso más profundo de restauración.
Historia del jardín de esculturas
Como recuerda José Luis Moreno, “el jardín de esculturas se concibió como una suerte de antesala al aire libre de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, encargándose en 2001 a los artistas valencianos Antonio Marí y Lucas Karrvaz, acrónimo de Lucas Carrión Vázquez, la realización de una treintena de obras relacionadas con cada uno de los edificios del complejo, con ocasión del ajardinamiento de los tramos del cauce adyacentes a la Alameda y a la Avenida de Francia”.
Mientras que las esculturas de los tramos XII y XVI giran en torno a la música y a la fauna marina, por su proximidad al Palau de les Arts y al Oceanográfico, respectivamente, las del tramo XIV representan el estadio pretecnológico en la evolución del Hombre, estando rodeadas, en su origen, por dos brazos de agua. Un monumental Neptuno, en alusión al río Turia, completa este conjunto.
De carácter figurativo y estética vanguardista, las esculturas de Marí y Karrvaz se caracterizan por el esquematismo de sus formas, confiriéndoles una gran lige- reza. Realizadas en hierro, éstas se sitúan sobre pedestales de hormigón blanco, llegando a alcanzar una altura máxima de catorce metros.
Además de la escultura dedicada al dios romano de los mares, sobresalen por sus dimensiones Las inclemencias, con forma de cruz y coronada por un sol sonriente; y Azada, en homenaje a la actividad agrícola. De igual modo, revisten una especial carga emotiva El llanto, en la que un labrador expresa abiertamente su dolor por la pérdida de sus cosechas; y Aliados, símbolo de la domesticación del animal a manos del ser humano. Les acompaña toda una amplia variedad de arbustos y árboles frutales, destacando la presencia de naranjos, limoneros, olivos, almendros, algarrobos y datileras, todos ellos característicos del paisaje mediterráneo.