Una joven valenciana, Elena, se planta en el Teatro Real vestida de fallera, convirtiéndose en la embajadora más inesperada del Sorteo de Navidad. ¿Es esto lo que le faltaba al Gordo para volverse más español?
Cuando las bolas giran, la tradición no descansa
Madrid amanecía con el frío típico de diciembre, pero nada podía prepararnos para la calidez y el color que aportó Elena, una joven que decidió entrar al Teatro Real vestida de fallera. Así, como si viniera directamente de plantar un monumento en medio de la Gran Vía.
Elena, con su vestido de varios kilos y un peinado que habría hecho llorar de emoción a cualquier peluquero, fue de las primeras en acceder al recinto para el esperado Sorteo de Navidad. “Es mi forma de rendir homenaje a Valencia”, dijo mientras intentaba no enredarse con el lazo de su traje en la entrada.
La fallera que madrugó más que el sol
Por delante de ella estaba Juan López, alias El Obispo de la Lotería, quien como cada año, llegó el primero. Este hombre, leyenda viva del Sorteo, es conocido por acampar en la puerta del Teatro Real como si esperara entradas para un concierto de Los Beatles.
A pesar de ello, todos los ojos estaban en Elena. ¿Por qué? Porque no es habitual ver a alguien con peineta, mantilla y la energía suficiente para cargar con su traje mientras lucha por un buen sitio en la fila. «Me levanté a las cuatro de la mañana, pero el esfuerzo merece la pena,» explicó.
Un desfile valenciano en pleno Madrid
El traje de fallera es más que un vestido; es un símbolo de identidad y orgullo. Y Elena lo sabe. Asegura que su atuendo no solo es una declaración de amor por Valencia, sino también una estrategia para atraer la suerte. “La peineta refleja la luz directamente hacia el bombo,” dijo entre risas, mientras los presentes asentían como si aquello tuviera lógica científica.
Algunos asistentes incluso intentaron tomarse selfies con ella, y no faltaron comentarios del estilo: «Esto parece más un pase de moda que un sorteo.» Otros, más pragmáticos, le preguntaban si guardaba algún décimo en el cancán del vestido.
La dura vida de una embajadora improvisada
Elena confesó que no todo es glamour. «El traje es precioso, pero pesa más que mis ganas de que me toque el Gordo,» dijo. Además, caminar con él entre la multitud es como intentar hacer yoga en tacones: posible, pero no recomendable.
Sin embargo, para ella, el esfuerzo vale la pena. “Las fallas representan quiénes somos, y el Sorteo de Navidad es algo muy español. Si juntas ambas cosas, ¿cómo no va a salir algo bonito?” explicó con un entusiasmo que contagió incluso a los vendedores ambulantes que ofrecían churros en la puerta.
El sorteo más español de todos los tiempos
Entre el traje de fallera, el Obispo de la Lotería y Manoli, la veterana que nunca se pierde este evento, el Sorteo de Navidad de este año parece más un episodio especial de España Directo que una ceremonia oficial. Pero eso es precisamente lo que lo hace único.
“La Navidad no sería lo mismo sin estas cosas,” comentó un asistente mientras Elena se acomodaba en su asiento. Y no le falta razón: si algo define al Sorteo es esa mezcla de superstición, tradición y ganas de pasarlo bien, incluso antes de saber si te vas con las manos vacías.
¿La suerte tiene sabor a horchata?
Con Valencia históricamente bien posicionada entre las ciudades afortunadas del sorteo, no faltaron las especulaciones sobre si el vestido de Elena podría ser un amuleto en sí mismo. «Si me toca, prometo invitar a todo el mundo a buñuelos y horchata,» bromeó. Y claro, ahora todos cruzan los dedos por ella.
Reflexión final con chispa
¿Qué crees, lector? ¿Deberíamos todos empezar a llevar trajes tradicionales a los sorteos para aumentar las probabilidades de ganar? ¿O simplemente es una excusa para lucir fabulosos mientras esperamos el Gordo? 😏