El hermano marista Juan Carlos Fuertes, director del Centro Fratelli en Sidón, Líbano, permanece en la región a pesar de la intensificación de los ataques en la zona. Su trabajo consiste en apoyar a los refugiados sirios, ofreciendo educación y ayuda básica a las familias desplazadas por la guerra.
En medio de un Líbano azotado por la creciente violencia, un misionero valenciano continúa firme en su propósito de ayudar a los más necesitados. Juan Carlos Fuertes, un hermano marista nacido en Albalat de la Ribera, lleva años trabajando en el Centro Fratelli, una institución cercana a Sidón que se dedica a asistir a refugiados sirios. A pesar de la escalada del conflicto y el peligro constante, Fuertes y su equipo han decidido permanecer en el país, donde la situación es cada vez más crítica. “Nuestra misión es estar al lado de aquellos más vulnerables, especialmente en momentos como este. No podemos irnos ahora”, explica el misionero con determinación.
Un compromiso con los refugiados sirios
El Centro Fratelli, gestionado conjuntamente por los maristas y los hermanos La Salle, es un refugio para cientos de refugiados sirios que han huido de la guerra en su país. Desde su llegada en 2022, Fuertes ha trabajado incansablemente en este centro que ofrece educación, apoyo psicosocial y formación profesional a las personas que llegan en condiciones de extrema vulnerabilidad. La misión principal del centro es clara: proporcionar a los niños y jóvenes las herramientas necesarias para tener un futuro mejor, a pesar de las adversidades que enfrentan.
“La educación es nuestra principal arma contra la desesperanza”, explica Fuertes, quien ve en los niños refugiados una oportunidad de cambiar sus vidas a través del aprendizaje. Sin embargo, con la reciente intensificación del conflicto en la región, las actividades del centro se han visto suspendidas temporalmente. “Nuestra idea es reabrir cuanto antes para que los niños puedan volver a un entorno donde se sientan seguros y puedan ser simplemente niños: jugar, correr y estar con otros niños”, señala el misionero.
La vida bajo el sonido de las bombas
Fuertes describe la situación actual en Sidón como tensa, aunque relativamente segura en comparación con otras áreas del Líbano más cercanas a los enfrentamientos directos. Sin embargo, los bombardeos se han vuelto una constante en las noches, a menudo escuchándose cada pocos minutos. “Es terrible vivir bajo ese sonido. A veces parece que no hay descanso. Pero sabemos que nuestra misión es estar aquí, con esta gente que no tiene otra opción”, afirma Fuertes, subrayando que los refugiados que atienden en Fratelli ya han pasado por la experiencia de huir de una guerra, y ahora viven una nueva incertidumbre.
Las familias que acuden al centro viven en condiciones muy precarias, en pequeñas casas de apenas 20 metros cuadrados, donde a menudo deben acoger a nuevos miembros que huyen de zonas aún más peligrosas. “Ellos han pasado por tanto, y aun así nos sorprende la serenidad con la que muchos enfrentan esta nueva crisis”, comenta Fuertes, aludiendo a la mezcla de resignación y esperanza que encuentra entre los refugiados. “Es impresionante cómo, a pesar del miedo y la incertidumbre, siguen adelante. Algunos dicen que están acostumbrados, pero ver a sus hijos asustados por las bombas les rompe el corazón”, añade.
Una situación de crisis humanitaria
El contexto en el que trabaja Fuertes es complejo. Líbano, un país que ya estaba sumido en una profunda crisis económica y política, enfrenta ahora un conflicto que está desplazando a más personas y generando un sufrimiento incalculable. Según datos recientes, la mitad de la población vive en la pobreza, y la situación de los refugiados sirios es aún más grave. Muchos de ellos dependen de la ayuda internacional y de centros como Fratelli para sobrevivir.
“Vivimos en un país donde ya había mucha pobreza antes de estos ataques, y ahora con este conflicto es aún peor”, explica el misionero. El impacto de la guerra se siente no solo en los desplazamientos y los bombardeos, sino también en la falta de recursos básicos como alimentos, agua potable y asistencia médica. “Lo que vemos todos los días es una verdadera tragedia humana. Miles de personas han perdido sus hogares, sus seres queridos, y no tienen a dónde ir”, lamenta Fuertes.
Reabrir el Centro Fratelli: una prioridad
A pesar de la violencia, Fuertes y su equipo trabajan constantemente para reabrir el Centro Fratelli lo antes posible. Para ellos, el centro no es solo un lugar de educación, sino también un espacio donde los niños pueden encontrar un poco de normalidad en medio del caos. “Los niños aquí son increíblemente resilientes. A pesar de todo lo que han vivido, siguen adelante, y eso es lo que nos impulsa a seguir. Ellos nos enseñan cada día lo que significa tener esperanza”, afirma Fuertes con una mezcla de admiración y emoción.
El hermano marista también subraya la importancia de la ayuda internacional en estos momentos. Sin el apoyo de ONG y donantes, muchos de los programas que llevan a cabo serían imposibles. “Dependemos de la solidaridad global. No solo para el funcionamiento del centro, sino para garantizar que estas personas tengan lo mínimo necesario para sobrevivir”, reconoce Fuertes.
El camino hacia la paz, aún lejano
Fuertes es realista sobre la situación política y militar en la región. Aunque se pueda alcanzar un alto el fuego temporal, cree que la paz verdadera está lejos de lograrse. “La paz no es solo la ausencia de guerra. Para que haya paz de verdad, necesitamos ir a la raíz del conflicto, y eso no es algo que se resuelva fácilmente”, reflexiona el misionero. Aun así, su fe en el trabajo que realiza y en las personas a las que ayuda no se ha debilitado. “Nosotros estamos aquí para acompañar, para ser una mano amiga en medio del sufrimiento. Y eso, al menos en nuestro pequeño mundo, es un paso hacia la paz”, afirma.
El futuro incierto de los refugiados
Mientras los ataques continúan, el futuro de los refugiados sirios en Líbano sigue siendo incierto. La situación actual ha empeorado las ya difíciles condiciones de vida de estas personas, que se encuentran en un limbo, sin poder regresar a sus hogares ni construir una nueva vida en el país que las acoge. Sin embargo, para Fuertes y su equipo, el trabajo en el Centro Fratelli sigue siendo una fuente de esperanza y una forma de proporcionar a estas familias algo más que mera supervivencia.
La pregunta que muchos se hacen, incluida la comunidad internacional, es si será posible un futuro de paz y estabilidad para los refugiados sirios y los ciudadanos libaneses afectados por el conflicto. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional para ayudar a poner fin a la violencia y garantizar un futuro más seguro para los refugiados?