Compromís y PSPV acusan a PP y Vox de manipular la votación mientras la oposición pide repetir el proceso
La política valenciana nos regala un nuevo episodio digno de telenovela, con giros inesperados, acusaciones de pucherazo y el ya tradicional cruce de reproches entre partidos. Esta vez, el escenario ha sido Les Corts Valencianes, donde la propuesta de Compromís para exigir la dimisión de Carlos Mazón por su gestión de la DANA ha terminado en un caos parlamentario. ¿Votación secreta en urna? No. ¿Votación secreta electrónica? Sí. ¿Un resultado claro y sin polémica? Ni de lejos.
Un intento de destitución con más drama que sustancia
Compromís, con el apoyo del PSPV, presentó una moción para que las Cortes Valencianas exigieran la dimisión del ‘president’ Carlos Mazón tras su controvertida gestión de la DANA del 29 de octubre. En su argumentario, la oposición señalaba la «falta de planificación» del Consell y la «descoordinación absoluta» durante la crisis meteorológica. Sin embargo, la moción no prosperó: 52 votos en contra, 41 a favor y cinco diputados que, por motivos que aún se debaten, no pudieron votar.
Hasta aquí, podría parecer una jornada política intensa pero dentro de lo previsible. Sin embargo, la verdadera historia no ha estado en los discursos, sino en la propia votación, que ha generado más dudas que certezas.
El debate: ¿cómo se vota aquí?
El punto de fricción no ha sido tanto el fondo del asunto (la dimisión de Mazón) sino la forma en la que se decidió la votación. Inicialmente, la propuesta iba a votarse mediante el tradicional sistema de urna. Pero, en un giro inesperado, Vox presentó un escrito para que la votación fuera secreta y electrónica, argumentando que el método tradicional ralentizaría el pleno. Y aquí empezó el enredo.
José Muñoz, síndic del PSPV, preguntó por qué se había planteado la votación en urna si, según Vox, el objetivo era ganar tiempo. Ante la confusión, el vicepresidente 1º de Les Corts, Alfredo Castelló, quien presidía la sesión en ausencia de Llanos Massó, aclaró que finalmente se haría “en pantalla, como votación secreta”. Es decir, sin urnas ni papeletas.
Pero no todos quedaron conformes con esta improvisada decisión. Joan Baldoví, síndic de Compromís, denunció que lo acordado previamente se cambió de manera unilateral y sin explicaciones claras. “Ha sido una cuestión que había planteado yo y que he reconsiderado después de escucharles a ustedes”, fue la respuesta de Castelló, que suspendió la sesión durante cinco minutos. Suficiente tiempo para que la polémica creciera aún más.
¿Pucherazo o simple descontrol?
Las quejas no tardaron en llegar. Desde el PSPV, Muñoz tachó la situación de “burla” y acusó a Castelló de actuar de manera “autoritaria y antidemocrática”. Compromís, por su parte, fue un paso más allá y presentó un escrito pidiendo que la votación se repitiera con un sistema de urna “que garantizase los derechos de los diputados”. Según Baldoví, el proceso estuvo marcado por irregularidades y confusión, lo que impidió que varios diputados pudieran votar.
Pero ahí no terminó el embrollo. La portavoz adjunta de Compromís, Isaura Navarro, aseguró que su voto no se registró correctamente. “Le dábamos al botón y no se marcaba”, explicó, insinuando fallos en el sistema electrónico. Sin embargo, los servicios técnicos de Les Corts concluyeron que la votación “se desarrolló con normalidad” y que la ausencia de votos de algunos diputados no se debía a problemas técnicos.
El cruce de declaraciones y la indignación se extendieron también fuera del hemiciclo. Mientras el PSPV y Compromís hablaban de un “ataque a la democracia”, desde el PP y Vox insistían en que la votación fue completamente legítima. Castelló, por su parte, zanjó el asunto con una respuesta seca: “Veo que aprovecha usted todo”, en referencia a las quejas de Navarro.
¿Y ahora qué?
Con la votación ya realizada y el resultado validado, parece improbable que la oposición logre forzar una repetición del proceso. Mazón, por ahora, sigue en su puesto, con el respaldo de su bancada y la complicidad de Vox. Sin embargo, el malestar en la oposición es evidente y, como en cualquier serie política que se precie, ya se están preparando los próximos capítulos de esta historia.
La pregunta ahora es: ¿ha sido esta votación una torpeza técnica o una maniobra calculada para evitar riesgos? Mientras los partidos siguen debatiendo sobre el método, lo cierto es que el fondo del problema sigue siendo el mismo: la gestión de la DANA y la respuesta del gobierno valenciano ante situaciones de crisis.
Y tú, ¿crees que el sistema de votación debería haber sido más transparente o esto es solo ruido político sin consecuencias reales?